domingo, 27 de marzo de 2011

En la tranquilidad del salón




Y os preguntaréis todos y todas qué ha sido de Clara y Alejandro.

Su vida continúa en Villavieja, al lado de su hijo, Jaime. Sus horas transcurren entre períodos de trabajo, estancias en casa, visitas al colegio en que estudia Jaime y escasos momentos de intimidad para la joven pareja.

El chico, siempre rebosante de energía y ganas de acción, ocupa cada segundo libre de sus días, pero son, ante todo, felices y dichosos. Jaime ha constituido, para ellos, una nueva luz, en un camino de obscuridad que con el tiempo se ha ido iluminando.

De vez en cuando, Clara recuerda, con lágrimas en los ojos, su pasado, su vida anterior. Las noches dormidas abrazada a su guitarra, mientras trataba de arrancar de ella una leve melodía, han pasado a la historia, constituyen un capítulo anterior del libro de su vida.

En estos momentos, la joven muchacha canta para su hijo, el cual parece recobrar energías con cada acorde. En realidad es una música viva, alegre, y preciosa.

Alejandro, sentado en la cabecera de la mesa (el sitio de papá desde tiempos inmemoriales para Jaime), bebe tranquilamente su café, solo, sin azúcar, un café como Dios manda.

En la calle, el día está tonto. Si, tonto, un día de estos que ni hace sol ni llueve, que hace frío para salir en camiseta a la calle y calor para hacerlo con un jersey. Hoy ha dormido una hora menos, y eso se nota en sus ojos somnolientos, aún dormidos.

No es éste el caso de Clara. Ésta muchacha nunca necesita dormir. Siempre está despierta, alerta, reflejo aprendido de su pasado.

El nivel de la taza de Alejandro va disminuyendo poco a poco, como la arena de un reloj pasando del recipiente superior al inferior, lenta pero rítmicamente. De pronto, se acaba el café, para la música, Jaime se detiene, todo al mismo tiempo, en perfecta sincronía.

La pequeña familia recoje sus bártulos, y se disponen a salir al paseo de los domingos. Hoy comerán fuera, en el bar de Paco, que ha hecho  cachopos, el plato preferido de Jaime.

El paseo nuevamente transcurre tranquilo, en paz por el parque del pueblo. La visita a Juan, se ha convertido en costumbre de los paseos del domingo. Se ven, toman unas sidras y comen juntos. Ahora, Juan vive con su hija, Clarita, sigue tocando la gaita en el parque para sus amigos, pero ya no por obligación. Ahora trabaja en Herralia, la siderúrgica del pueblo, y tiene su familia. Hoy Clarita se apuntará a la comida famliar.

Pasadas dos horas de sidras, embriagados por el dulce sabor del delicioso manjar, se sientan a comer, en el níveo comedor de "Casa Paco" un local enorme, casi siempre vacío, pero dispuesto para la ocasión. Como siempre dice Paco a Clara:

- "Mantengo el local completo y preparadol, querida, para que el día que te decidas a tocar en mi bar, los espectadores tengan donde sentarse".
- No será para tanto, Paco - sonríe la sonrojada Clara.
- Sé que no pegan ni con cola, pero espero el día en que Juan y tu deis un concierto aquí.

sábado, 19 de marzo de 2011

Juanlu




Juan Luis Pérez Pérez, catalán, alto, moreno y con una vida ligeramente destrozada a causa de los estragos de su juventud, a la valentía y osadía que otorgan los 18 años de edad. Gracias al "Total, por uno no va a pasar nada". 

16:00: enciende su ordenador de sobremesa, llega justo a la cita. Se sienta en la silla frente a su cámara, triste, sólo, tal y como le ocurre cada tarde a la misma hora. 

Se enfrenta cara a cara con su miedo, con su principal enemigo, su enfermedad, aquella que ha ido mermando su vida, la que le ha ido estigmatizando desde el primer día hasta la actualidad. 

Gracias al gran equipo de científicos de su hospital, ni siquiera tiene que salir de su salón para asistir a su consulta, son los beneficios del internet, de la sociedad 2.0.

Cualquier duda que pueda surgirle, puede consultársela a su médico por correo electrónico. La única cosa negativa: nadie le dedica una sonrisa, una palmadita en la espalda. Los vecinos, conocedores de su enfermedad, lo marginan, pero por suerte, ya solo tiene que ir al hospital 4 veces al año para hacerse una analítica. 

La relación con su médico mejora a pasos agigantados, cada día va todo mejor. Debe ser que el que te sonrían a través de tu monitor Full HD mola muchísimo más que hacerlo en persona. Pero al menos está vivo.

Juanlu, como a mí me gusta llamarle, tiene VIHda, aunque esta cada vez me parezca más difícil de llevar. 



MÁS INFORMACIÓN SOBRE LA NOTICIA:

Diario Sur


Dedicado a todos aquellos que aún creen en las cualidades curativas de las sonrisas y de la integración social del paciente. 

viernes, 11 de marzo de 2011

Y ahora un poco de risa

El otro día, navegando por el Blog de Miriam, compañera de "profesión" y caminante en este mundo de la Blogesfera (Futura Doctora... Dra. Nova) me encontré con este monólogo de Isabel Ordaz (actriz que interpreta a la Hierbas en la serie Aquí no Hay Quien Viva) en el Club de la Comedia, sobre la SECTA MÉDICA.


Es un bonito monólogo. Sólo espero que os guste muchísimo a todos y todas, lectores/as  habituales de My Hearts Corner. Yo me pasé un momento bastante cómico viendole.

Gracias, Miriam.
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