lunes, 6 de junio de 2011

NOSTALGIA


¿Alguien sabe lo que es la añoranza? ¿Acaso es ese extraño sentimiento que se tiene cuando percibes que te falta algo o alguien?

Su intensidad varía en función de lo importante que esa persona o cosa sea para tí. Hay quien también define este sentimiento como nostalgia. 

Para mi éste es un sentimiento bipolar. Si, tal cual. Te hace sentir mal, porque echas de menos a alguien, pero a la vez, tiene su parte positiva, porque te hace ver que en tu vida hay alguien (es mas frecuente en mi echar de menos a personas) cuya ausencia te hace sentir mal, pero que con sólo saber que está ahí, a 9 dígitos de teléfono, te alegra el día. Por eso la nostalgia y la añoranza son para mi sentimientos bipolares. 

Hace tiempo os dejé con un hombre encapuchado corriendo por una calle abajo. Ese mismo hombre hoy se encuentra, en mitad de la noche, bajo la ténue luz de una farola, que para más intriga proyecta una luz intermitente. Estos fogonazos de luz sirven para ocultar la encapuchada figura que contempla las casas vecinas. Su instinto le dice que hoy habrá trabajo que hacer. 

Ajeno a su presencia, Antonio, vecino de la Calle de las Hilanderas, desempeña su rutina diaria. Tony, pues así lo llaman sus amigos, es un hombre nocturno, vespertino al cien por cien (por no decir vampírico). Sobre su cabeza, el antiguo reloj, herencia de sus antepasados, marca las 23.15 con unas manecillas de oro, barrocas como ellas solas. A las 12 sabe que le esperan, no puede retrasarse demasiado. 

Tony es un hombre nostálgico. A los 20 años (de sus actuales 35) se vió obligado a abandonar su Asturias natal, dejando tras de sí un reguero de recuerdos, amigos, momentos vividos y, por qué no, también desgracias. Lo que más ensombrece sus recuerdos es haber dejado allí a Sofía, una chica de su misma edad, cuyos ojos eclipsarían al mismo sol. 

En Asturias vinieron momentos geniales juntos, enamorados como dos adolescentes que eran, hasta que el destino separó sus pasos "para siempre". Tony ya no alberga esperanzas de volver a ver a su amada Sofía, pero aún así sigue resignado a empezar una relación con otra persona. Sofía le ha marcado, le ha robado la parte de su corazón dedicada al sexo opuesto. 

Son ya las 23.47, Tony ha quedado con Indalecio, el vecino del quinto, un asturiano solterón, de 36 años de edad, con quien le gusta compartir botellas de barceló con coca-cola a la sombra de la catedral. Indalecio a quedado de picar a las 24.00. Tony ya esta listo, esperando en la cocina, mientras recuerda cosas de su pasado, mientras recuerda a Sofía. 

Toc, Toc, Toc. Suena la puerta. Es estraño, a Indalecio le gusta mucho más llamar estrepitosamente al timbre. Este parece un sonido tímido, como si la persona que pica temiera despertar al anfitrión. Tony se dirige a la puerta mientras grita:

" Joe Indalecio, nun me digas ir hoy tas raru otra vez.   Un paisano de verdá tien que toca'l timbre". 

Abre la puerta al tiempo que se da la vuelta (sin ver a la persona que picaba) y da la vuelta hacia la cocina diciendo:  

" Pasa p'acá y sientate un puquinín mientres  voy coyer perres. Hoy ta to pagao"

Una risa tímida le hace darse la vuelta. Una risita atípica, que hace mucho tiempo que no escucha. Tony cree que está soñando. Hace más de 15 años que no oye esa risa, tan llena de recuerdos, de pasiones y de buenos momentos. No es posible. En la puerta no está Indalecio. La tosca figura de su vecino ha sido sustituida por otra muchísimo más bonita, muchísimo mejor. Una figura que, aunque nunca había sido borrada de su mente, parecía imposible que volviera a ver. Los ojos de la nueva visitante, verdes, tal y como el los recordaba, se fijaron en los suyos. Las miradas se encontraron y saltaron chispas, en aquella mirada, había demasiadas cosas escondidas. 

Son las 0:10 e Indalecio aún no ha aparecido. Tony decide que  ya se disculpará con él al día siguiente. Hoy tiene visita. Sin necesidad de pronunciar una sola palabra hace pasar a su invitada, tras un beso de casi 20 minutos, y se dirigen a la terraza, para continuar su pasión, su noche loca. 

Al llegar ambos a la terraza, contemplan en la esquina de la calle la farola intermitente, comportándose de tan extraña forma. Ya pensarán mañana en llamar al ayuntamiento para que la arreglen. 

Tony mira a Sofía de nuevo, solo tres segundos, y ambos se funden en un tierno beso, un beso que, lleva esperando en sus interiores desde el momento en que se despidieron. En llamado beso del reencuentro de los enamorados. Mientras los dos amantes se funden en el beso, a los pies de la farola, acontece algo extraordinario. Un leve giro sobre sus propios pies, un volteo de capa, y nuestro hombre encapuchado desaparece con una sonrisa en sus labios. 

"Sabía que hoy iba a tener trabajo, pero esperaba que fuese más complicado que un simple viaje de 1000 kilómetros"

Dedicado a ti, que te echo de menos, que tanto te añoro. Ojalá nuestro protagonista encapuchado siga haciendo su trabajo (sólo son 20 Km)
Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...