domingo, 3 de abril de 2011

Triste amanecer

Amanecer, triste amanecer en la fría aldea de Villavieja. Hace un día de perros, fuera, la gente se pasea enfundada en sus trajes de agua, sus boinas caladas, sus paraguas enormes, todos negros. La primavera ha llegado, y las torrenciales lluvias que la acompañan hacen acto de presencia. 

Los perros se esconden de la lluvia bajo una infame cantidad de objetos de lo más variopinto, los gatos corren a refugiarse bajo los tejados de las casas, el parque, ya no tiene a Juan, Él también ha decidido refugiarse. 





Sólo, en una esquina se encuentra nuestro protagonista. Sus amigos no le han dejado protegerse junto a ellos. Camina, en solitario, por la gran avenida que atraviesa el pueblo.   No sabe lo que ha hecho para que sus colegas le traten así, se siente despreciado, abandonado, solo. Es un ser olvidado, alejado de su familia. 

Hace tan solo un mes que llegó aquí. Al principio todo eran buenas impresiones, sus amigos le aceptaban, hasta consiguió una novia, preciosa. Luego, la enfermedad empezó a hacer mella en él. El pelo comenzó a caerle, las llagas asomaron a su piel, su novia le abandonó, ella fue la primera en despreciarle. 

Luego sus amigos empezaron a hacerse a un lado cada vez que se cruzaban con Él. Es el estigma que nos regala la enfermedad. El miedo sufrido por los demás ante tal demonio. Nuestro protagonista se quedó solo, abandonado, estigmatizado, perdido y obligado a merodear por las calles, montes y praderas del pueblo. 

Come lo que encuentra, normalmente lo que sobra en Casa de Paco cada día. Su caminata, sin rumbo alguno, le lleva de una punta a la otra de Villavieja. Hoy se irá del pueblo. Con suerte, encontrará el mundo feliz que tanto anhela. Lo más probable, que se quede en una cuneta, camino del pueblo vecino. Es su forma de descansar, pero sabe que algún día, descansará para siempre. 

Llega ahora a la puerta de una casa, dentro suena una melodía preciosa. Se detiene a escucharla, sabiendo que será lo último que haga, y esperando su habitual patada en las costillas, indicador de que ha de irse de allí. La música es preciosa, reactiva todas las células de su cuerpo, le hace revivir, le ayuda a recordar tiempos pasados, mejores.  Inclina su cabeza, levanta sus orejas, alguien viene hacia la puerta, chillando de alegría. 

Fuera, en la calle ha dejado de llover, Jaime, con sus botas de agua y su traje inpermeable quiere ir a pisar charcos. En la puerta, nuestro protagonista, se resigna. Mientras suene la música, no se irá, aunque eso le cueste una paliza. De pronto, la puerta se abre, un niño sonriente le ve, pero no se asusta, Jaime es un chico valiente. 

- Espera aquí, no te vayas, dice el niño a nuestro amigo, mientras le acaricia tiernamente entre sus orejas. 
El otro le mira con los ojos llorosos, inclinando nuevamente la cabeza. Es la primera vez que alguien se lo encuentra en su puerta y no le atiza una paliza. 

Pasado un rato, el niño vuelve. La música ha parado, por el pasillo caminan tres personas. Una chica, un apuesto joven y a la cabeza del grupo, el niño. Los tres se encuentran a Bruno en la puerta. Los ojos llorosos del animal les infunden cariño, les muestran los deseos de ser aceptado, de no ser rechazado como el perro sarnoso que es. 

Se agachan junto a Bruno y lo acarician. Clara tararea una melodía preciosa antes de decirle:

- Si quieres, te quedarás con nosotros, alegrarás la infancia de Jaime, pero antes, hemos de ir al veterinario para que te cure las heridas

De este modo, Bruno, pues así fue como se llamó y se llama en la actualidad, pasó a formar parte de una familia. Sus amigos y novia le habían despreciado, abandonado, pero encontró su familia, cuando se encaminaba a su muerte segura y aceptada. Su enfermedad se curó, volvió a ver sus amigos y novia, que esta vez ya no le rechazaron. 

Pasó a ser un miembro más de la familia. Cuando Clara tocaba en la soledad del salón, Bruno escuchaba con atención, saboreando cada nota, con la cabeza descansando en el regazo de Alejandro,  pero lo que más deseaba y apreciaba era, sin duda alguna, correr junto al incansable Jaime. 



P.D. Dedicado a todos aquellos que no encuentran la luz en su vida, para que nunca dejen de luchar por ella. 

4 comentarios :

  1. Ayyy samu, me encantó!! Qué bonito jolin, pero al principio me estaba dando muchísima pena

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  2. Qué bonito, una vez más :)

    Muacksss

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  3. Me alegra saber que os ha gustado a las dos. Gracias por leer.

    Un besoo!

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  4. Me encanta, al principio es un poco triste, no me esperaba ese final... Pero es mejor final que el que me esperaba encontrar.

    Un beso muy grande.

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